El Chato Matta cuenta la historia de desamor que tuvo con Adelita, la única por la que lloró.
El Chato Matta cuenta la historia de desamor que tuvo con Adelita, la única por la que lloró.

El Chato Matta llegó al restaurante por un espectacular chanchito en caja china con sus papitas doradas, rocotito molido y limonadita con hierba buena al tiempo. “María, tengo un sobrino que es mi engreído. Es joven, alto, pintón y las chicas lo siguen. Siempre le aconsejo que se cuide, que trabaje y no se meta en problemas. ‘Tío, usted sí es bravo, siempre ganador con sus amores’. ‘Hijo, le respondo, no me veas como ejemplo de nada. Lo mejor que te puedo aconsejar es que trabajes mucho por la legal, busques una buena mujer y formes una familia. Yo me equivoqué y pagué como Maradona...’. Y le conté una de mis historias. También he llorado por amor y es de varones reconocerlo. Yo perdí con la espectacular Adelita.

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Me la presentó una trampita de Pancholón una de esas noches locas. Tenía solo 19 añitos, era esbelta, guapa y siempre vestía de negro y bien al perfume. Me impactó su elegancia. La primera noche, después que bailamos un par de salsas y de beber varias cubas libres, me arrastró afuera del local y paró un taxi. ‘Hace media hora -me dijo- esperaba que tú hagas lo que yo hago ahora, vamos al hotel’. María, tú sabes que soy de barrio, callejero y parador. Pero entré en demencia. Ella usó mi cabeza como un revólver. Me salía con cada cosa. Yo en ese tiempo estaba casado, pero no podía resistirme a sus llamados a mi celular, que eran como cantos de sirena. Era insaciable y tenía prácticamente que huir del hotel porque no podía llegar de día a mi casa. Pero aparecía de madrugada borracho y mi pobre esposa me hacía terribles escenas de celos. Una madrugada le dije que ya no la amaba.

Estaba loco por Adelita y estuve a punto de separarme. Pero felizmente no lo hice. Yo creía que era solo mía, pero una noche su propia amiga me citó para contarme la verdad: ‘Chatito, yo te estimo, Adelita está saliendo a escondidas con un cholón lleno de oro por todos lados’. La verdad salió a la luz y por fin abrí los ojos. Estaba con una mujer recontra interesada que jugaba a dos cachetes, porque también salía con un empresario transportista, dueño de una flota de taxis. Una noche la encaré: ‘Eres de lo peor, no vales un peso’. Y ella me respondió: ‘Chato, tú crees que soy tu mueble, me haces el amor y de ahí te vas a dormir con tu linda esposa. Yo merezco algo mejor que un hombre casado que no piensa en ningún futuro conmigo. Sepárate y me voy contigo’.

Desde esa discusión se desapareció. Confieso que la extrañaba y buscaba por los lugares donde gozábamos la vida loca, pero se hizo humo. Comencé nuevamente a emborracharme con Pancholón, quien me presentó a ‘Carito’, con quien cantaba ‘Hazme olvidarla, por favor, hazme olvidarla, hazme sentir que no es la única mujer, arráncala de mi piel...’. Pero a los dos meses apareció otra vez Adelita, bella y misteriosa, ¡en un carro del año! Se lo había regalado el ‘cholón’. ‘Chato, sube, no preguntes nada y hazme el amor’.

En la cama me confesó que había aceptado casarse con el transportista, un feo con plata. ‘Ahora, tú serás mi amante’, ordenó. Y en eso me convertí. Ella pagaba los hoteles, las cenas, el trago. De vez en cuando me decía: ‘A él no lo amo, a ti sí, pero tú no me tomaste en serio’. Felizmente, ya había pasado la tormenta. Qué iba a dejar a mi señora por una mujer de esa calaña. Me había demostrado su verdadera cara. Se convirtió en una más para mí. Poco a poco se esfumó de mi vida”. Pucha, ese Chatito, con su cara de tranquilito, también es un tremendo mujeriego, pero no como el cochino y sinvergüenza de Pancholón. Me voy, cuídense.

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