Mi amigo Gary llegó por sus tallarines rojos con su papa a la huancaína, además de una jarrita de agua de cebada tibiecita.

“María, estamos a pocos días de las elecciones y la población sigue desorientada. Hay indiferencia, apatía y hasta rechazo debido al desprestigio de los políticos en general, además de un gran desconocimiento de los candidatos, sus propuestas y su trayectoria, pese a la realización de los debates. Este domingo 7 de octubre se realizarán las .

Es decir, en las provincias de Lima y de las regiones del interior del país no solo se elegirá a los alcaldes y sus regidores, sino también a los gobernadores regionales y sus consejeros para el periodo 2019-2022. Más de 23 millones 300 mil electores están habilitados para emitir su voto, ya sea de la manera tradicional, con cédula de sufragio en la cámara secreta o a través del voto electrónico.

Sin embargo, muchos, por no decir la mayoría, muestran desinterés en las elecciones debido a la frustración y resentimiento con los alcaldes o gobernadores regionales, que en su mayoría han defraudado al realizar gestiones marcadas por la corrupción o la ineptitud. Para colmo, en el caso de la alcaldía de Lima, los favoritos no inspiran total confianza.

Otra vez hay la sensación de votar por el ‘mal menor’.
Hay que tener presente que la votación es clave y fundamental en la democracia, sistema de gobierno que, a pesar de sus imperfecciones, ha demostrado ser el mejor modelo. Hay países donde no rige la democracia y los ciudadanos la añoran y luchan por ella, pero en otros donde sí existe, lamentablemente no es valorada.

Es cierto lo que dijo alguna vez Mario Vargas Llosa: ‘La política saca lo peor de las personas’, pero de todas maneras tenemos el deber cívico de elegir y al que nos parezca el mejor. La abstención y el voto de reproche no constituyen la manera correcta de expresar disconformidad.

Desperdiciar así el voto, incluso, tiene un efecto contrario a la protesta. Porque los electores que no acuden a las urnas a votar y los que marcan en blanco o viciado solo favorecen al que está primero, aunque este no necesariamente sea el mejor, al darle la oportunidad de ganar con mínimo respaldo popular.

Lo mismo ocurre con el llamado voto de ‘chacota’, que consiste en marcar, en una actitud de rebeldía, por el candidato que cae más gracioso o el que se atrevió a hacer una payasada en su campaña. Pensemos bien a quién le damos nuestro voto, ejerzamos responsablemente nuestro derecho y deber de elegir a nuestras autoridades”. Mi amigo tiene razón. Me voy, cuídense.

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