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El Chato Matta llegó al restaurante por su plato grande de chanfainita, arrocito blanco bien graneadito, mote, rocotito molido y una jarrita con agua de carambola. “María, me vengo de la clínica, fui a visitar a mi amigo Pedrito, uno de los mejores punteros del barrio, quien en su momento estuvo cerca de fichar por Universitario, pero se dedicó a los estudios. Tenía ‘jale’ con las flacas, y pese a que el barrio era movido, terminó Administración en una universidad privada y consiguió un buen trabajo en una agencia de aduanas del Callao. Con él, parábamos en los mejores tiempos de ‘La Ensenada’ y ‘La Ley’. Por esa época el gran Pancholón había impuesto una nueva ley en su famoso ‘Decálogo del tramposo’: ‘Nunca te cases con una chica que has conocido en una discoteca o un salsódromo’.

Pero Pedrito rompió las reglas. Perdió la cabeza por una escultural morocha, Estrellita, el clon de Dorita. Todos sabíamos que había sido amante de un conocido cantante salsero que tenía como diez hijos en varias mujeres, también con un arquero grandazo que era ‘puro blooper’, hasta con un cómico ambulante feo y de bigotes, peluca y rulos. Había salido hasta en fotos en los periódicos y en algún ampay de la tele. Pero Pedrito se empecinó. ‘Conmigo se va a plantar’, decía. Nunca escuchó las advertencias y se casó. Nuestro amigo trabajaba hasta la madrugada y ella no paraba en casa porque juraba que se dedicaba a sus negocios. Pero una amiga de Estrellita, que estimaba a Pedrito, le mandó un mensaje. ‘Los fines de semana se encuentra con su amante en la discoteca, él es bailarín profesional y da clases en el gimnasio y de allí se van al hotel. Ella lo recoge en tu camioneta’.

Pedrito no creyó, hasta que un detective privado contratado por Pancholón le quitó la venda de los ojos. Se separó y por los videos comprometedores se quedó con el depa, el camionetón y la custodia compartida de su hijo. Pero en vez de dedicarse a su pequeño, a su trabajo y a salir con una chica decente y trabajadora, Pedrito se fue por el mal camino. Se iba casi todas las noches a juerguear gritando ¡soy soltero y hago lo que quiero!

Comenzó a salir hasta con las chicas Tulum. Pero lo peor le pasó cuando se juntó con el doctor Chotillo, juntos se iban a los bares del puerto del Callao. Gastaban quinientos dólares por arrancarle unos besitos a unas extranjeras espectaculares a las que les invitaban whisky etiqueta azul. Chotillo podía gastar esa cantidad, pero Pedrito, en cambio, comenzó a pedir prestado a todos los de su trabajo. Perdió la camioneta por embargo y lo botaron de la chamba por llegar con tufo o faltas. Pancholón lo vio una noche tirado, borracho, en una callejuela cerca del Terminal. Lo bañó, le puso ropa limpia. Ahora está internado por alcoholismo y ludopatía, mientras que Estrellita sigue con su bailarín y todavía por venganza le está haciendo juicio por alimentos y no lo deja ver a su hijito”. Pucha, qué terrible historia, pero el chico tuvo la culpa por casarse con una mujerzuela y desoyó los consejos de sus grandes amigos. Ojalá se recupere y cuando salga se olvide de ese licor maldito y de esos malos amigos, como el doctor Chotillo. Me voy, cuídense.

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