“Solo hay un niño bello en el mundo, toda madre lo sabe”, reza un antiguo proverbio chino pero en el caso de Samara McDonald, una mujer de a la que previamente los doctores le dijeron que “nunca tendría hijos” por un tipo de cáncer que padeció durante su adolescencia solo para acabar dando a luz a trillizos, tiene más de una opción para escoger. Esta es su sorprendente , que dejó a más de uno boquiabierto en y otras redes sociales.

En el 2010, la joven proveniente del estado australiano de Nueva Gales del Sur fue diagnosticada con el (también conocido como LNH o simplemente como linfoma). Tenía 15 años en ese entonces. Después de dos recaídas y varias rondas de radiación y quimioterapia, finalmente logró que su enfermedad entrara en remisión al cumplir los 17. Sin embargo, recibió la mala noticia de que jamás podría traer un hijo al mundo.

En ese momento de su vida, su entonces pareja le fue infiel y no pensaba en tener otra relación romántica pero Samara cambió de parecer cuando conoció a Uram Kim mientras trabajaba en un restaurante japonés en 2017. Si bien se mostró dubitativa en un principio, su corazón fue conquistado por el encanto de Uram, con el que salió durante ocho meses antes de que tuviera que volver a Corea del Sur porque su visa australiana estaba por expirar.

Samara no lo pensó dos veces y lo acompañó en su viaje. La pareja se estableció en Yeonggwang, la ciudad natal de Uram, donde comenzaron una nueva vida juntos. Era una emocionante aventura para para al novio, en confesión con , le preocupaba lo que estaba pasando en esta nueva etapa de su relación, ya que debía convertirse en el principal sustento de su nuevo hogar ya que sentía que ella había renunciado a todo por él.

Sin embargo, sus preocupaciones fueron en vano ya que, aunque Samara era una extranjera, rápidamente se adaptó al estilo de vida coreano. “Congenió bien con mi familia y con mi cultura, la gastronomía, la velocidad del Internet… y cuidó muy bien de sí misma, así que no tenía la necesidad de inquietarme por nada”, agregó el joven sobre su pareja, con la que estaban a punto de recibir otra noticia que impactaría tremendamente sus vidas.

Un día, Samara comenzó a sentirse mal de salud y tenía náuseas constantemente. Era como si hubiera contraído alguna especie de virus y no podía sacudírselo de su sistema. Temiendo lo peor, decidió visitar al médico local acompañado de Uram. “No tenía ni la más mínima idea de que estuviera embarazada. Pensé que era una nueva recaída de la enfermedad que padecí”, señaló a la mencionada cadena.

Lo que ella no sabía era que la noticia que estaba a punto de recibir no era una para temer sino todo lo contrario ya que, hablando en su lengua natal, el doctor confirmó que Samara estaba embarazada no de uno ni de dos… ¡sino de trillizos! “No era un solo bebé, ‘Mire — uno, dos, tres’”, recordó entre risas Uram mientras veían el ultrasonido junto al galeno. “[Yo pensé] ¿Qué? Por favor, deje de contar”, bromeó.

La noticia dejó estupefacta a la pareja pero, después de un tiempo, aclararon sus ideas y decidieron volver a Australia para que Samara pudiera hacer uso del sistema integral de salud de su país, así como de sus políticas de bienestar social. A Uram no le importó volver a Nueva Gales del Sur ya que para él, importa más estar junto a las personas que ama que el lugar donde viva y se mostró contento de volver al país donde conoció a la futura madre de sus hijos.

Finalmente, Samara dio a luz a tres saludables bebés y la joven pareja dio sus primeros pasos hacia la paternidad. Bendecidos con una niña y dos niños, Samara y Uram tuvieron que lidiar con cuidar y mantener a sus trillizos. Sostener entre sus brazos a los pequeños fue todo un desafío para ellos, especialmente para Samara que nunca lo había hecho antes de convertirse en una orgullosa madre de familia.

Si pudiera describir su situación actual, la joven madre diría con todo el cariño del mundo que su vida es “muy caótica, con mucho propósito y amor”. Realmente se siente feliz con el trío de bendiciones que recibió a pesar de que solía pensar que nunca tendría esta oportunidad después de sus invasivos tratamientos contra el cáncer. “Me siento agradecida por cualquier desafío que haya tenido que superar porque me trajo aquí ahora”, agregó.

Además de todo lo que ha sucedido en su vida, Samara está muy agradecida de haber encontrado un compañero de vida en Uram. “Él ha sido como mi roca; muy paciente conmigo y los bebés. Se encarga mayormente de los cambios de pañales y me ayuda con todo lo que necesiten nuestros pequeños”, confiesa la joven, que tanto ella como su pareja aprovechan cualquier mano amiga que se ofrezca a cuidar por unos minutos a cualquiera de sus pequeños.

Recientemente, Uram volvió a trabajar como asistente de cocina después de que Samara decidiera convertirse en mamá de tiempo completo cuando sus trillizos nacieron. Si bien es una enorme responsabilidad, el joven padre de familia asegura que ver sonreír y escuchar las risas de sus pequeños le hace olvidar su cansancio y le da más fuerzas para seguir proveyendo para su hogar. Sin duda, el destino tenía un plan especial para los dos.

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