Arequipa también marchó contra el gobierno de Pedro Castillo.
Arequipa también marchó contra el gobierno de Pedro Castillo.

Este Búho cerró su viaje a Arequipa visitando uno de los restaurantes más tradicionales de la ciudad: la picantería Dorita. Ahí me pedí un rocoto relleno de tres sabores, con su pastel de papa, sarza de patita y chicharrón de chancho, acompañado de media jarra de chicha de jora heladita. Han sido días maravillosos, de cielo despejado, sol resplandeciente, de gente amable y de mucho debate.

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En Arequipa, tierra de nuestro premio Nobel Mario Vargas Llosa, se realizó con gran éxito el Hay Festival, un evento cultural que durante cuatro días reunió a personalidades de la literatura, de la ciencia, de la pintura, del periodismo, de la música y más ramas. Además de disfrutar de este espectáculo y de la gastronomía, me di tiempo para recorrer la gran ciudad, levantada, mayormente, con sillar.

Me di una vuelta por las avenidas más transitadas, como Mercaderes o Aviación o el mercado central San Camilo. He escrito varias veces en esta columna que la única manera de conocer este inmenso país, de tantos contrastes, de tantos colores, es caminándolo, conversando con la gente, con nuestros compatriotas de a pie, con los comerciantes y con los jóvenes estudiantes.

Los verdaderos analistas son ellos, quienes viven en carne propia los desbarajustes de nuestra economía, de la inestabilidad política. “El sur apoyó a Castillo porque nos prometió que iba a estar con los campesinos, pero solo fue palabrería barata. Hasta ahora su gobierno ni siquiera ha podido confirmar la compra de fertilizantes”, me comentó un agricultor de papa.

La incapacidad de Pedro Castillo para siquiera concretar la compra de urea, elemento indispensable para la agricultura, ha generado la reducción de las cosechas y el incremento en los precios de los productos. El desabastecimiento es una posibilidad que muchos expertos contemplan y un escenario que se podría palpar en noviembre o inicios del próximo año.

La papa en Arequipa, por ejemplo, ha reducido considerablemente su producción, lo que ha hecho que los precios se dupliquen y tripliquen. Lo mismo sucede con la cebolla, el arroz y el ajo. El alza de combustible también afecta a los transportistas, sobre todo a los de carga pesada, quienes venían anunciando en los diarios y canales regionales un paro en los próximos días.

El último sábado, antes de tomar mi avión de retorno a Lima, decenas de arequipeños indignados por la actual gestión de Pedro Castillo tomaron el centro. Entre arengas y con carteles en manos pedían la renuncia del mandatario. “Confiamos y lo apoyamos, pero resultó siendo igual o peor de corrupto que sus antecesores”, me dijo un ciudadano que participó de la protesta.

Un colega characato me contó que nunca antes una marcha había convocado a tantas personas, ni siquiera cuando se realizaron contra anteriores presidentes. Si las necesidades básicas no son prioridad para el chotano, pues mucho menos iba a ser la cultura. Una conversación con la directora internacional del Hay Festival, Cristina Fuentes, reveló que las entidades públicas, como el Ministerio de Educación, de Cultura o Turismo, no apoyaron en nada a este evento internacional.

“Este año ha sido difícil porque no hemos logrado apoyo gubernamental, ni estatal, ni municipal. Ha sido un año complejo. Ahora mismo en Perú hay mucha crispación política”, declaró. Como el país entero, este hermoso departamento también sufre las consecuencias de una clase política incapaz, carcomido por la corrupción y por la ambición personal. Utilizó la esperanza y la fe del pueblo para llegar al poder. “El pueblo lo puso ahí, pero el pueblo también lo va a sacar”, me advirtió un taxista mientras me llevaba al aeropuerto. En Arequipa pude confirmar que la indignación contra este Gobierno es un asunto nacional y crece cada día más. Apago el televisor.

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