Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por su menú criollón: sopa a la minuta bien caliente, con trozos de carne y fideos cabello de ángel, seco de res con frejoles y una jarrita de emoliente. “María, vino a visitarme a la Redacción el veterano de política, ‘Cigarrito’. Llegó y los chibolos de Locales se empezaron a codear. Iba vestido con pantalón de jean pegadito, casaca también de jean y una ‘peluca’ castaña. Las redactoras susurraron: ‘cuero’. Sin embargo, cuando volteó, lanzaron un grito de espanto. Es que su palidez, aunada a sus decenas de arrugas y esos ojos vidriosos, inyectados de color rojo por tantas amanecidas, le daban un aspecto fantasmal. 

Se parecía al malvado ‘Arrugas’, de la película ‘Dick Tracy’. ‘Gary, no quiero desmerecer al periodismo de hoy, que está dotado de tantas herramientas tecnológicas en todas sus ‘plataformas’. Pero déjense de vainas, el periodismo, señores, es uno solo, el que se hace en la calle, cara a cara con la noticia. Antes, la televisión e incluso la radio seguían las ‘pepas’ que presentaba la prensa escrita. Los ‘tigres’ de Locales, Policiales, Política o Espectáculos estaban en todas. No es por hablar mal, pero creo que la televisión por cable y los canales con 24 horas de noticias han aburguesado a algunos jóvenes. Ya no quieren salir. Cuando hacía tremendo sol por el , decían ‘hace mucho calor’. Ahora que hace frío, dicen ‘mucho frío’, y no van a ‘la fuente’.

Los periodistas deportivos son moscas, saben que deben ir al estadio, porque la cámara te presenta solo la jugada principal, pero en la cancha ves los desplazamientos de los otros jugadores, los que juegan sin pelota, los movimientos en el banco, hasta los que van a la tribuna están chequeando a los personajes conocidos para averiguar los chismes. Igual es con la política, porque si te pones a seguir el Hemiciclo desde el canal del Congreso o TV Perú, estás frito, te duermes o te ‘bailan’. Hay que ir al Parlamento a recorrer el ‘Hall de los Pasos Perdidos’. 

Un gran director, gordo, inmenso, recibía a los redactores que venían de un incendio, sudorosos, algunos mojados por los chorros de agua de los bomberos, las redactoras con el maquillaje corrido, sudorosas también y con los zapatos llenos de fango. Entonces decía: ‘¡Chino, deja las fotos en el laboratorio y llévate a los muchachos al ‘Dallas’, para que coman pollo a la brasa y después vengan a escribir crónicas que hagan llorar a sus lectores!’ 

Él premiaba a los reporteros que sudaban la camiseta. El periodista iba directo a la Redacción a contarle todo al director y con lujo de detalles. Un incendio, una balacera, un huaico. Me temo que eso se está perdiendo por la tecnología, que si bien es muy necesaria, parece quitarle el alma a algunos jóvenes periodistas.

Me quedé corto, Gary, otro día te cuento cómo eran las redactoras de Policiales de mi época, las llamadas ‘policiacas’, como ‘La China’, ‘Lulú’ y la chibola conocida como ‘La Deseada’, quien volvió loquitos a varios redactores, fotógrafos, choferes y hasta editores. Eran temibles”. Pucha, ese ‘Cigarrito’ había sido bien chismoso, pero fue un gran periodista que, lastimosamente, no guardó pan para mayo. Me voy. Cuídense.

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