Vitito Reyes pasó un momento complicado con la policía(Foto: GEC)
Vitito Reyes pasó un momento complicado con la policía(Foto: GEC)

No soy ‘Bad Bunny’. Tampoco ni Ozuna. Ni mucho menos el gran o Ellos tienen fans enamoradas, porque son arreglados, famosos y millonarios. A mí me siguieron por lo que soy: Morenito, ‘chancadito’, misio y generoso. A todas les invité su ‘Coca-Cola’. Las pocas fans que tuve me aplaudieron hasta morir. Tuve una admiradora que se obsesionó conmigo. Tenía un álbum con mis recortes y, en su cuarto, un póster grandazo con mi foto.

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Una fan enamorada

En el 2003, cerca de mi retiro, una fanática de la ‘Franja’, de 21 años y que tranquilamente podría desfilar en las pasarelas, se enamoró perdidamente de mí. La muchachita iba a todos los estadios de la Segunda. Potreros y canchones de tierra. Siempre me esperaba a la salida y se contentaba con regalarme una sonrisa. Yo le respondía con una mirada y risita a lo Ronaldinho.

Había domingos en que se aparecía con su papá y mamá, y yo sin malicia me acercaba a saludarlos. El tío me hablaba de ‘Tito’ Drago y también de las diabluras del gran Hugo ‘Cholo’ Sotil. Hasta que un día, la maldad se apoderó de mi ser.Fue un sábado en la tarde, después de ganar, que la jovencita se apareció con una minifalda y sus piernas eran más ricas que las de Melissa Loza. La saludé efusivo y, antes de que sus viejos se acerquen, la invité a dar una vuelta. Se emocionó y me pidió un número. Le chorreé mi celular y rogaba que esa tarde no la dejen salir, porque estaba recontramisio.

Salí misio a la cita

Pero, más o menos, a las 7:30 de la noche me timbró: “Víctor, dónde nos encontramos”. La cité en el Centro Comercial Risso, en Lince, que en esos tiempos no eran tan concurrido como ahora, sino un lugar para pasear caleta. Llegué caminando, pues como dos meses que no pagaban, estaba ‘aguja’.Solo me había recurseado para una chata de ron y una gaseosa personal. Ella ya estaba allí, en mini, un polito escotado y casaquita jean. Muy cariñoso le di un beso entre la mejilla y los labios y sonrió. Agarré valor y del bolsillo de la casaca del ‘Muni’ saqué mis dos botellitas y le serví un vasito.

Aceptó y empezamos a caminar. Hablamos mucho de fútbol y de sus proyectos. Yo le daba más trago y cada vez estaba más confianzudo. Le acomodaba el cabello y le pasaba el brazo por el hombro. Pero no había monedas para fugar al ‘telo’. Ya estábamos por el antiguo cine ‘Roma’. Yo rogaba que ni se le ocurra pedirme entrar a ver una película.Parados en la esquina, empezamos a chapar y ella solita se me pegaba. Le susurré al oído: “El club anda mal, préstame que a la próxima quincena te pago. Quiero llevarte a un lugar más íntimo”.

Terminamos en un parque

Ella me mordió el cuello y me advirtió: “No tengo nada, solo para mi pasaje”. No me rendí. Marqué la zona y crucé a un parquecito (antes parque de La Reserva, hoy Paseo de las Aguas y no eran tan alumbrado). La senté en la primera banca. El farol estaba a oscuras, parecía tener el foco quemado, y di rienda suelta a mis sueños eróticos. La tomé de los hombros y aproveché la ‘intimidad’. Ella dominó la situación: “Así como en el fútbol los equipos se arman de atrás para adelante, yo empiezo de abajo para arriba”. Caballero nomás, le di las facilidades del caso.

Para no hacer roche, la ‘tapé’ con mi casaca para que no sienta frío. Pero pasó algo impensado. Se encendió el maldito poste y todos los carros, micros y autos empezaron a gritarme: “¡Oye, enfermo!”, “¡Misio, llévala a un telo!”, “¡Vago, no tienes ni un sol...!” Pero ella, indiferente, y yo, recontracarepalo, tratando de no perder la concentración. De pronto un pitazo, dos, tres y el ulular de un patrullero. Allí, ella se palteó y paró.

Llegó la policía

Me acomodé como pude, el ‘tombo’ me pidió papeles y, cuando saqué mi billetera para sacar mi documento de identidad, encontré caleta 20 lucas, que hubieran servido para más privacidad. Al final, se los tuve que dar al policía para que no nos detenga por actos reñidos contra la moral. Felizmente, el ‘poli’ me había visto jugar alguna vez. Le floreé al sentimiento y las necesidades masculinas y nos dejó ir.

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Después de eso, aprendí la lección y siempre reservé un billetito para estar entre cuatro paredes. A mí no me tiran brasieres, rosas, peluches o cartas, en un escenario. Tampoco me mandan mensajes por WhatsApp o Instagram ni me esperan en la Videna o a las afueras de un concierto. Yo tengo fans contaditas. Pero son mis ‘Fanstásticas’. Mejor que muchas que están con los peloteros de ahora. Eso sí, nunca fui paganini. Nos vemos el próximo jueves…

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