Edgar Allan Poe, el maestro del genero policial
Edgar Allan Poe, el maestro del genero policial

En este Día de todos Los Santos creo que es bueno releer al maestro Edgar Allan Poe (Boston 1809-Baltimore 1849), extraordinario narrador y poeta, el padre del género policial.

Aquí recogemos algunos de los cuentos más emblemáticos del maestro del suspenso y el terror.

EL BARRIL DE AMONTILLADO: Allan Poe es el maestro del relato corto. Este cuento lo escribió en el año 1846. Estaba en la plenitud de sus facultades creativas y pudo redactar historias memorables como esta. Un año después moriría su amada esposa y se hundiría en una crisis emocional que degeneraría en el alcoholismo y su muerte prematura. ‘El barril de amontillado’ es una historia de venganza. Pese a ser un reconocido poeta y escritor, pasaba por severas estrecheces económicas. Batalló bastante con editores explotadores y tramposos que sabotearon sus proyectos de editar periódicos y vivía amargado con mucha gente. Esta es una historia de un odio tan terrible que degenera en una inimaginable venganza. ¿Estaría dedicado a alguno de sus enemigos? Para disimularlo, ambienta el relato en una ciudad italiana a inicios del siglo XIX, tal vez Venecia, durante las celebraciones del frenético carnaval. Montresor ya no puede soportar las continuas humillaciones de su supuesto amigo Fortunato y tiene sed de justicia. Durante la fiesta del carnaval callejero, se encuentra con Fortunato que estaba pasado de copas. Sabiendo la debilidad de su ofensor por el vino amontillado, ofrece invitarle el mejor del país que tenía en las bodegas de su palacio. Este acepta encantado y ansioso. Lo que sucede dentro de las paredes del palacio de Montresor es algo brutal y espantoso, y no lo contaré, pero sugiero leerlo bebiendo una buena copa de vino.

EL GATO NEGRO: El cuento es protagonizado por un hombre que amaba tanto a su esposa como a sus animales, pero comenzó a volverse agresivo por culpa del alcohol. Una noche que volvía borracho se enfureció con su gato negro y le arrancó un ojo. Luego de ese episodio su odio fue aumentando hasta que otro día colgó al infortunado animal de una horca. Esa misma noche su casa se incendió y, misteriosamente, la silueta de un gato ahorcado apareció en una pared. Tiempo después el hombre, que seguía frecuentando cantinas, encontró un gato negro y se lo llevó a su casa. Este se parecía mucho a su antigua mascota y por ello fue despertando de nuevo el odio a los gatos. Un día que el minino se le atravesó y casi lo hizo tropezar, quiso matarlo de un hachazo, pero su mujer se interpuso. Aún más furioso, el hombre repitió el golpe, pero sin querer mató a su esposa. Desesperado, decidió ocultar el cadáver en la pared, tapándolo con ladrillos. El engaño casi le funcionó cuando los policías vinieron a inspeccionar, pero antes de que estos se fueran, un sonido horrible salió de la pared. Los oficiales inmediatamente destruyeron el muro y encontraron que no solo había un cadáver, sino también estaba ahí el gato negro, que había emitido aquel maullido con el que había delatado el crimen.

EL POZO Y EL PÉNDULO: El protagonista es sentenciado a muerte por los implacables monjes de la Santa Inquisición en Toledo, España. El hombre se ve encerrado en una sala oscura con un pozo en su centro, sin saber dónde estaba, debido a que todo está tan oscuro que no ve nada. Solo recibía pan, agua y carne para que no muera de hambre y sufra las torturas mortales que le habían preparado. Se da cuenta del pozo casi al caer en él, salvándose así de su primera prueba. El segundo obstáculo, la segunda mortal trampa es la de un afilado péndulo, que podía atravesarlo y partirlo en dos, que no funcionará por la habilidad del hombre al poner la carne de su comida en las amarras para que las ratas del lugar las rompan. La tercera prueba consistía en muros calientes que iban achicando la habitación hasta que el hombre finalmente muriera aprisionado. El protagonista ya está resignado, pero en medio de la última prueba escucha trompetas y ruido de cañones. Son las tropas del general Lasalle, del ejército francés, que ingresan para acabar con la siniestra institución en Toledo.

Apago el televisor.

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