El ministro de Educación, Carlos Gallardo, es cuestionado por sus vínculos a huelgas magisteriales y al Fenate Perú. (Foto: archivo GEC)
El ministro de Educación, Carlos Gallardo, es cuestionado por sus vínculos a huelgas magisteriales y al Fenate Perú. (Foto: archivo GEC)

Por: Miguel Ramírez / Periodista de investigación*

Hasta el cierre de esta columna, la premier Mirtha Vásquez, la ‘Generalita’, continuaba pidiendo ‘descargos’ y ‘evaluando’ al ministro del Interior, Luis Barranzuela, pese a que los serios cuestionamientos que pesan sobre él están probados y son más diáfanos que el agua.

Vásquez también ha hecho mutis sobre su flamante ministro de Educación, Carlos Gallardo, cuya designación es aún más controvertida que la de Barranzuela. Gallardo, quien es profesor, íntimo y compañero de revueltas callejeras del presidente Pedro Castillo, está en modo ‘muertito’ para no levantar polvareda sobre su pasado radical y sus vínculos con dirigentes del Movadef, el brazo político de Sendero Luminoso.

El sábado, Perú21 reveló que Gallardo se había reunido en su despacho con cuatro profesores relacionados con esa facción senderista, dos de los cuales estuvieron presos por terrorismo e implicados en el asesinato de seis personas.

Por si fuera poco, ni bien asumió su cargo, el programa ‘Panorama’ descubrió que Gallardo había participado activamente en eventos con Mery Coila, César Tito Rojas y otros dirigentes también vinculados al Movadef. Gallardo es miembro de la Federación de Trabajadores en la Educación del Perú (Fenate), que fundó el mandatario Pedro Castillo, que está plagada de simpatizantes de Sendero Luminoso.

“El Movadef se afianza en el Ministerio de Educación. Este es un viejo anhelo de Sendero”, declaró en el reportaje José Luis Gil, quien integró el Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) que capturó a Abimael Guzmán.

Pero eso no es todo. Pocos saben que, antes de ser ministro, Gallardo profesaba un pensamiento alucinante: consideraba que la educación no era un servicio público esencial, como así lo establece la Ley de Educación y es un derecho humano universal. Impulsaba las huelgas magisteriales y se oponía a la evaluación de los docentes.

En 2007, presentó una acción ante el Tribunal Constitucional para derogar la norma que prohibía el ingreso al magisterio de postulantes que tuvieran procesos penales dolosos (como terrorismo) y el retiro de los profesores que desaprobaran por tercera vez una evaluación.

En sencillo, Gallardo quería que docentes prontuariados y mediocres fueran intocables. Al año siguiente, el TC, como era de esperarse, rechazó su recurso, refutando, uno a uno, sus absurdos planteamientos.

El ministro Gallardo genera “preocupaciones sobre cuál va a ser su apuesta o política, específicamente sobre la reforma magisterial. (…) Nos preocupa ver esos antecedentes frente a la labor que tiene”, dijo a El Comercio el exministro de Educación, Daniel Alfaro.

Muchos analistas celebran los cambios en el gabinete. Este sencillo columnista, sin embargo, está seguro de que el plan del presidente Pedro Castillo, de convocar a una asamblea constituyente para cambiar la Constitución, no se detendrá. Tiene a Barranzuela y al congresista Guillermo Bermejo trabajando en el inmenso gremio cocalero, y en Educación cuenta con Gallardo para hacerse del también numeroso sector magisterial.

Uno más uno son dos. Palabra de maestro.

Nos vemos el otro martes.

*Los artículos firmados y/o de opinión son de exclusiva responsabilidad de sus autores.

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